La primera vez que lo vi creo recordar que llevaba un jersey negro, lo recuerdo por que le hacia juego con sus nuevas zapatillas de deporte, de las que tanto alardeaba ante sus compañeros del equipo de futbol. Apenas nos miramos o más bien a penas me miró él por que yo no le quité los ojos de encima… Él era un chico popular, él mejor futbolista del instituto y además para bien o para mal, el mejor amigo de mi hermano. Solía pasar las tardes en mi casa encerrado en su habitación mientras jugaban a la PlayStation o debatían cuál de las chicas del instituto estaba más buena. A veces los espiaba y aprovechaba la hora de la merienda para entrar y preguntarles si les apetecía tomar algo, entonces mi hermano Marcos haciéndose el durito me pedía que me marchara y yo me excusaba echándole las culpas a mamá. Pablo se reía al ver la situación, creo que le hacía gracia que mi hermano y yo discutiéramos por esas tonterías o más bien que mi hermano discutiera con tanto entusiasmo cuando yo ni si quiera le prestaba atención, de todas maneras, no me importaba el motivo por él cuál se riera, fuera por lo que fuera me había dedicado una sonrisa. Cuando Marcos se cansaba de gritarme, él se despedía de mi con un dulce “hasta otra pequeña” nunca supe si me llamaba así por que no se sabía mi nombre o por que realmente le gustaba. En cualquier caso oír pequeña de su boca sonaba en mis oídos mejor que la quinta sinfonía de Beethoven. A mi me gustaba mucho Pablo, me volvía loca esa sonrisa…pero también me gustaba su forma de mirar, tan profunda y tierna a la vez y su pelo… moreno como el carbón en el que en más de una ocasión deje que se perdieran mis manos al acariciar su cabeza, claro que él ni se enteraba por que siempre lo hacía cuando él ya se había quedado dormido. Pensándolo bien, que fuera amigo de mi hermano tenía sus ventajas por que a menudo se quedaba a dormir en mi casa, todas las noches en que eso ocurría veían una película de terror a eso de la 00:00 y la mayoría de las veces él sueño los vencía y se quedaban dormidos en el sofá. Entonces es cuando por fin tenía la oportunidad de pasar tiempo a su lado. Me percataba de no hacer ruido y me sentaba en la otra esquina del mismo sofá en el que estaba tumbado, después cerraba los ojos e imaginaba que éramos pareja, el resto de la noche la pasaba observándole. Yo sabía que esa era la única forma de sentirlo cerca, él nunca se hubiera fijado en mí por que yo tenía cinco años menos que él y por aquel entonces a él le gustaban las chicas más mayores. Cuando tenía un mal día y veía su foto sobre el corcho de la habitación de mi hermano me maldecía y le echaba las culpas a mis padres por no haberme concebido antes. Yo siempre fui bastante madura, mi mente daba mil vueltas a la de los chicos de su edad, puede que ellos tuvieran 18 años y yo tan solo 13 pero estoy segura que ellos no se habían planteado tantas veces como yo el sentido de la vida, segura de que ellos nunca pensaron el por que cuando llueve y hace sol sale arco iris o por que la aves tienes dos patas y no cuatro, las piñas crecen en la palmeras y no en el piñal y por que por la noche sale la luna y no el sol pero sobretodo por que los sentimientos de una persona son tan frágiles que permiten que nos enamoremos de la persona equivocada, hay tantos por que en la vida que se encontraban tan lejos de sus cabezas. Ellos solo pensaban en que juego era más divertido o en cuál de las chicas de su clase tenían las tetas más gordas y eso cuando no hacían estúpidas apuestas sobre con cuantas chicas se liarían ese fin de semana. Pero Pablo era distinto al resto, incluso distinto a mi hermano. Él era especial… ¿Cómo olvidar la primera vez que lo vi si a penas pude dejar mirarle…?
Hola!
ResponderEliminarAcabo de ver tu blog por tuenti. Lo cierto es que está bien, es bonita la historia, ya seguiré entrando apra ver qué pasa entre la hermana de Marcos y Pablo :)
Un besito!
PD: si te interesa yo también tengo un blog